Hacia el final de esta tarde negra y lastimera, en la barrera de Córdoba y Juan B. Justo, observé que la patente del automóvil detenido delante de aquél en el que yo viajaba rezaba: GLH. Afecto a pensar nimiedades en esos momentos, asocié: “Genio de la Literatura Hispanoamericana”.
Sabemos, como gente de mundo que somos, que en cualquier país que se jacte de serio debe hacer mucho frío y anochecer temprano para que las personas de bien que lo habitan se recluyan presurosos en sus hogares, dándose el tiempo suficiente para la necesaria desdicha y contemplación taciturna y afligida del cielo plomizo derrumbando su negro telón sobre la silueta irregular de las chimeneas. Un gato o un linyera vagando sin rumbo calle abajo pueden completar el estereotipo.
Estos (los de ahora, hoy) son los días en que Buenos Aires empieza a parecerse un poco (en eso) a esas ciudades compungidas; estos son los días en que voy a uno de los estantes más roñosos de la biblioteca (bien abajo a la derecha) y busco Pedro Páramo, para releer (casi a esta altura para recitar a coro con Rulfo) la belleza (Bambino) de -quizás- la novelita más simple y más hermosa jamás escrita.
GRIEF
"Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí. Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto. No había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre."
"Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. […] En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces. […] Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar? […] Nadie vino a verla. Así estuvo mejor. La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.”
LOVE
"A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras"
“Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas, tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan.”
HOPE
"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces...Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar."
Sabemos, como gente de mundo que somos, que en cualquier país que se jacte de serio debe hacer mucho frío y anochecer temprano para que las personas de bien que lo habitan se recluyan presurosos en sus hogares, dándose el tiempo suficiente para la necesaria desdicha y contemplación taciturna y afligida del cielo plomizo derrumbando su negro telón sobre la silueta irregular de las chimeneas. Un gato o un linyera vagando sin rumbo calle abajo pueden completar el estereotipo.
Estos (los de ahora, hoy) son los días en que Buenos Aires empieza a parecerse un poco (en eso) a esas ciudades compungidas; estos son los días en que voy a uno de los estantes más roñosos de la biblioteca (bien abajo a la derecha) y busco Pedro Páramo, para releer (casi a esta altura para recitar a coro con Rulfo) la belleza (Bambino) de -quizás- la novelita más simple y más hermosa jamás escrita.
GRIEF
"Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí. Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto. No había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre."
"Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. […] En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces. […] Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar? […] Nadie vino a verla. Así estuvo mejor. La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.”
LOVE
"A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras"
“Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas, tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan.”
HOPE
"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces...Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar."
M. le Ch.