lunes, 13 de octubre de 2008

CIUDAD DE NUEVOS AIRES

FLOPA MANZA MINIMAL (2003) – FLOPA MANZA MINIMAL. Terminaba el show en el Centro Cultural San Martín, allá por el ´04, y lo supe. Lo supe al ver caras felices, caras de aprobación, en la gran cantidad de gente que se aprestaba a abandonar el recinto. Supe que estos tres treintañeros de extenso e interesante recorrido en las rutas del rock vernáculo, Florencia “Flopa” Lestani (Mata Violeta, Barro), Mariano “Manza” Esain (Martes Menta, Menos Que Cero, Valle de Muñecas) y Ariel “Minimal” Sanzo (también Martes Menta, Pez, Fabulosos Cadillacs) habían honrado la canción, algo que muchos pretenden y muy pocos logran. Con una receta de finos arreglos vocales, guitarras a trío y una banda compacta apuntalando detrás y lejos, bieeeen lejos de la bengala, los trapos y esa deformidad de estos tiempos denominada aguante, estos pibes-no-tan-pibes pelaron un show que me hizo prestar atención a lo que sucedía en escena como pocas veces me pasa con bandas, digamos, “de las nuevas”. Melodías con aroma a Beatles, el Spinetta de Almendra y Pescado Rabioso, Crosby, Stills, Nash&Young, pero personalísimo a la vez, hicieron que pronto acudiese a conseguir el álbum que había salido un año antes. Sabia decisión de mi parte.

Democráticamente repartido en doce canciones, con cuatro autorías per cápita, el disco seduce, hace tararear las letras y hasta mover las patas en los temas más power. No le falta nada.

Flopa conmueve como una Patti Smith o Joni Mitchell, y en castellano. Basta tan solo escucharla en “Sonajeros” o “Abrazo impacto” para comprobarlo. Manza desgrana melodías perfectas envueltas en una melancolía bien porteña, algo que ya es un sello en sus temas (como en la pegadiza “Dejadez” y en la noctámbula “Zig Zag”) y Minimal, esa máquina inagotable de componer, puede llevarnos de los aires de una zambita al piano como “La voz del viento” a la electricidad apabullante de “Cruzando el ancho mar”.

Doce canciones perfectas que llegaron para quedarse y convertirse dentro de un tiempito, tal vez, en nuevos clásicos de nuestro querido y cuarentón rock argentino.

Sugerencias para su escucha: Jamás “de fondo” en una reunión o asado de terraza. Jamás. Este laburo merece toda nuestra atención, así que mejor solari (yo prefiero en el viejo e inmortal discman) o con alguien con más oído que boca.

Ah, y parafraseando a Flopa, la cajita se puede guardar “debajo del Album Blanco”. No pasa vergüenza. Para nada.


E.P.O.

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